“De la bodega negrera a la Enciclopedia francesa”
Por: Yehudah Abraham Dumetz Sevilla
“Mi padre, el primer letrado en la larga cadena de su ascendencia esclava, solía ufanarse de haber dado un salto de cuatro siglos desde la bodega negrera a la enciclopedia francesa…”
Manuel Zapata Olivella
En abril de 1821, la plaza de la ermita de Lorica, fue sitiada por el alférez de la naval José Prudencio padilla, quién más tarde llegaría a ser almirante. Este mulato con la ayuda de los negros de San Antero, derrotaron en Lorica al realista José Candamo. Sin embargo, ocho décadas después, gamonales descendientes de realistas retomaron el dominio político y económico de este poblado, al que dirigían a través de grupos o Casas que, seguían manteniendo el orgullo hidalgo de otrora haber combatido (aunque en suelo sinuano) bajo la heráldica y el pendón real. Esta casta dominante, mantenía como principio rector el conservadurismo, dirigido por el estamento religioso quien trazaba las normas y conductas de sus ciudadanos.
En este ambiente social vestido de sotana y con la espada ceñida al cíngulo, se radica en estas tierras Antonio María Zapata Vásquez, hijo de Manuel Zapata Granados, navegante, aventurero y de Ángela Vásquez, supersticiosa y rezandera. Zapata Vásquez, pensador, escritor, ateo, cuasi abogado y, liberal radical. Nacido en Cartagena de Indias en 1880 y fallecido en 1966 en la misma ciudad. Desde muy joven comprendió que su concepción de vida era muy diferente a la que su padre le transmitía. Superar el analfabetismo llegando a la enciclopedia francesa, era la única manera que el maestro Zapata Vásquez veía para zafarse de la bodega negrera, donde sus ancestros habían sido esclavizados siglos atrás. Pronto este camino que él mismo se había trazado se hizo realidad y el que más tarde inculcó a sus hijos.
" […] su esfuerzo por trazarnos una ruta alejada de la superstición que consideraba herencia de la esclavitud, no era nada distinto a la lucha que él mismo había librado contra el analfabetismo de su madre, apegada a la camándula y a los rezos de los amos. Y contrario también a ese otro mundo del comercio y la navegación que había servido a mi abuelo para hacerse a las comodidades materiales en donde no se avizoraba ningún horizonte de superación espiritual" (ZAPATA OLIVELLA, Manuel. ¡LEVÁNTATE MULATO! “Por mi raza hablará el espíritu”. Ed. Rei. Pág.41.)
Llegó a estas tierras mojadas del Sinú, huyendo del látigo fustigador del señalamiento social que le recordaba con menosprecio su condición de hijo natural; ya que, para la época, no se juzgaba a las personas por su carácter y acción frente a la sociedad, sino, por su condición étnica, socioeconómica, política y religiosa. Sin embargo, antes de instalarse en la capital de provincia del viejo Bolívar “Santa Cruz de Lorica”, la pareja Zapata Olivella vivió un breve tiempo en el hoy municipio de Moñitos que para la época constituía un ínfimo pueblo de pescadores del que también, este distinguido hombre de letras tiene que salir. Esta vez no por ser discriminado, sino por la suba de ignorancia que sobreabundaba sembrando en las escuálidas mentes el fanatismo religioso y supersticioso. Quería Antonio María un ambiente más propicio para que sus hijos nacieran y para que se formaran intelectualmente.
Meses más tarde parte hacía Lorica, ciudad en la que decide junto a su mujer Edelma Olivella radicarse y en donde años seguidos nacerían sus hijos. Una vieja casona construida en bahareque y palma, ubicada por aquellos tiempos en el barrio El Tejar, hoy conocido como Navidad, se convierte en el nuevo hogar que albergaría durante algunos años a los recién llegados esposos.
En 1906 a la edad de veintiséis años, sin vacilación alguna, este emprendedor pedagogo abre las puertas de un nuevo colegio a la comunidad loriquera y bajosinuana, del que fue su director y al que llamó “La Fraternidad”. Durante once años, las puertas de este templo de sabiduría estuvieron abiertas de manera gratuita, a aquellos jóvenes que sedientos buscaban las aguas del saber; pero cuyos padres no poseían recursos económicos para pagarles el estudio. Así que la vivienda de la nueva familia cumplía un doble propósito. Vivienda y colegio a la vez. Tal y como lo relataría años más tarde su hijo el afamado escritor y médico el Dr. Manuel Zapata Olivella.
" …Los corredores, la sala y parte de las alcobas servían de aulas a los numerosos alumnos. El piso de tierra era arreglado casi diariamente por mi madre, siguiendo una costumbre india. Después de barrerlo, humedecía las partes deterioradas y con un poco de barro rellenaba los huecos…" ([1] ZAPATA OLIVELLA, Manuel. ¡LEVÁNTATE MULATO! “Por mi raza hablará el espíritu”. Ed. Rei. Pág. 75.)
El colegio “La Fraternidad” prontamente cobro fama en todo el Bajo Sinú, convirtiéndose en un verdadero laboratorio donde se cocinaba un caldo de personas simples y comunes que él mismo sazonaba con el aliño del darwinismo y el enciclopedismo, ofreciendo a la sociedad insignes ciudadanos e ilustres pensadores. Las enseñanzas que allí eran impartidas tenían un carácter laico y ponía de manifiesto a sus estudiantes todas las ideologías para iniciar discusión en el aula. Orgulloso solía decir:
“ …Educo hombres para el suelo y no ángeles para el cielo…”
(ZAPATA OLIVELLA, Manuel. ¡LEVÁNTATE MULATO! “Por mi raza hablará el espíritu”. Ed. Rei. Pág. 76.)
Este tipo de expresiones en la actualidad quizás no generen malestar alguno. Sin embargo, para la época dichas aseveraciones eran todo un detonante que caldeaba los ánimos en muchas mentes conservadoras que miraban con recelo el espíritu humanista y revolucionario de este nuevo profesor. Sobre todo, en los ideales y práctica que constantemente impartía en la escuela, por lo erosivo a las tradiciones y costumbres católicas. Comenta al respecto el Dr. Manuel Zapata Olivella:
"El primer acto de independencia propiciado por mi padre fue fundar el colegio “La Fraternidad”, inspirado en uno de los postulados de la Revolución Francesa. Entendía que para formar soldados anticlericales era necesario combatir la ignorancia y el dogma. El padre Bersal, siempre que pasaba frente a su escuela con el Santísimo, se detenía y escuchaba la catedra del darwinista:
-El hombre y el mono tienen un origen común, el pitecantropus erectus de Dubois.
El sacerdote pedía agua bendita al monaguillo y rociaba las paredes de bahareque para ahuyentar el demonio.
-está demostrado que la llamada virgen María tuvo hijos y que Cristo no fue su único hijo. Alarmado, el cura corría a su iglesia y a golpes de campanas congregaba al vecindario y desde el púlpito amenazaba con excomulgar a todos aquellos que enviaran a sus hijos al colegio del réprobo" (ZAPATA OLIVELLA, Manuel. ¡LEVÁNTATE MULATO! “Por mi raza hablará el espíritu”. Ed. Rei. Pág. 72.)
Zapata Vásquez, quien por razones personales había abandonado sus estudios de jurisprudencia, se convirtió en un gran autodidacta, llegando a dominar de manera versátil y profunda ramas del conocimiento humanístico y científico. Se caracterizó por mantener en su colegio una estricta disciplina y una rigurosa enseñanza. Aun así, el precio alto que este hombre tuvo que pagar por anticlerical, fue que jamás el colegio La Fraternidad pudo conceder títulos de primaria o secundaria que fueran admitidos por colegios o universidades oficiales.
El incansable pensador, que llegó a la comarca loriquera revolucionando el pensamiento y las conciencias de jóvenes y adultos, funda entre 1917 y 1918 el semanario “Rojas Garrido” en homenaje al senador liberal, abogado, juez y periodista José María Rojas Garrido, quien en 1866 ocupó la presidencia de la república durante dos meses.
“ … El profesor Zapata Vásquez tenía una verdadera vocación de escritor y era un auténtico filósofo de ideología positivista, que no ocultaba su admiración por esta corriente de pensamiento que lo condujo a divulgar el darwinismo en sus diferentes tendencias y a escribir poesía de admiración a Herbert Spencer” (DÍAZ DÍAZ, Fernando. Letras e Historia del bajo Sinú. Ed, Universidad de Córdoba. Pág. 93)
Jamás el profesor Zapata se dio por vencido. Cuando no pudo tener fondos suficientes para que le publicaran unos libros pedagógicos, se valió de su ingenio al editarlos e imprimirlos el mismo junto con sus discípulos. Se convirtió en editor de un sinnúmero de textos escolares. El siguiente texto es un testimonio vivo de los alcances que este intelectual tenía para la época en un pueblo como Lorica. Podríamos decir, ¡estaba adelantado a su época!
“Acólito de la enciclopedia, hizo de la publicación su mayor arma doctrinaria. Con tipos de plomo y una prensa de pedal que manejaban sus discípulos, editó una serie de textos escolares sobre los distintos tópicos de las ciencias: principios de botánica, zoología y astronomía. Para explicar el origen y evolución del hombre imprimió elementos de prehistoria, historia patria y normas de conductas del ciudadano; un poemario ecológico sobre las curiosidades naturales de Colombia; cuentos, obras de teatro y filosofía. Desde luego la agitación social no le fue extraña. Su primer periódico era ya toda una empresa renovadora del pensamiento: “Alma Nueva”. La crónica semanal que recogía y vituperaba el atropello del alcalde contra los indígenas que se resistían a salir de las tierras heredadas de sus mayores; contra los jueces violadores de la ley, acomodándola a los intereses de los gamonales que validos del poder político perpetuaban el feudalismo colonial, nunca lastimado por las guerras de independencia; la crítica volteriana contra la curia que esgrimía a cristo desnudo, símbolo de todas las miserias del pueblo, clamando al cielo lo que debía arrebatar a los poderosos de la tierra.” (ZAPATA OLIVELLA, Manuel. ¡LEVÁNTATE MULATO! “Por mi raza hablará el espíritu”. Ed. Rei. Pág. 100.)
Antonio María Zapata Vásquez cultivó a cabalidad y plenitud la prosa didáctica; aporte literario que legó no solo al pueblo loriquero sino al Caribe colombiano. Obras de envergadura como:
“Elementos de prehistoria (Tipografía Zapata. Lorica, 1938)”. Este texto por cierto avanzado para la época y el contexto en donde fue escrito, está dividido en dos partes. La primera parte contiene cuatro capítulos:
Capítulo. Origen y Antigüedad del Hombre
Las Razas Humanas Primitivas Las cosas concernientes al hombre primitivo los tiempos fabulosos
La segunda parte de esta monumental obra escrita en Lorica, posee un capítulo único que, abarca desde la época glacial hasta los monumentos indígenas. Lo valioso de este libro es que no fue escrito en el extranjero para luego ser importado a Lorica o al Sinú; mucho menos en la fría capital del país por algún arqueólogo, antropólogo físico o historiador de oficio. Por el contrario, fue escrito en la aldea sinuana colorida de universo, Lorica; por un pedagogo autodidacta, cuya rigurosidad académica en el tratamiento de los elementos de prehistoria nada tiene que envidiarles a aquellos producidos por entendidos en la materia. No obstante, la división de prehistoria humana (Edad de piedra, edad de bronce y edad de hierro) que el maestro y escritor Antonio María Zapata Vásquez introduce en su texto, constituían los conceptos que para entonces estaban en boga en los mejores círculos académicos y en boca de los más afamados científicos del momento. Estos conceptos arqueológicos y antropológicos habían sido desarrollados e introducidos en el mundo académico a principios del siglo XIX. Empero, estas divisiones que en la actualidad son esenciales para el estudio de la prehistoria europea, no siempre son veraces y útiles para otras latitudes del mundo tal y como lo señala la comunidad científica del momento, pues la gran mayoría de conceptos aquí tratados ya han sido revaluados por la ciencia moderna y por otras ciencias auxiliares. Cabe decir aquí que, se le abona grandemente al maestro Zapata Vásquez la osadía intelectual que en su tiempo tuvo como disposición para escribir un libro de gran envergadura, para que sus estudiantes pudieran desarrollar mucho mejor sus habilidades intelectuales y sus categorías enciclopédica. En 1955 Antonio María Zapata Vásquez publica el libro “Curiosidades Naturales de Colombia”. En donde hace una descripción de las riquezas naturales y de lo exótico de cada paraje de algunos departamentos colombianos. Es un Poemario compuesto de 30 sonetos muy pintorescos y simpáticos, cuya innovación hizo que trascendiera las fronteras de nuestra patria y fuera publicado en Panamá en la publicación que hiciera el Dr. Oscar Terán en su edición número 41 y 42, volumen IV de la revista “Motivos colombianos”. Dado el gran valor literario del poemario “Curiosidades Naturales de Colombia” el Dr. Terán decide hacerle un texto a manera de prólogo en donde manifiesta: El espíritu que anima a esta obrita es literario y no comercial o turístico. El autor, inspirado en las bellezas naturales de carácter excepcional esparcidas por toda la sobrehaz del país, las canta en prosa rimada, o mejor aún las describe en décimas realistas que en muchos casos extreman los detalles hasta dar en metros y centímetros las dimensiones de las cosas. Las décimas se desarrollan con notable fluidez y no abundan cual fuera de temer en ripios y rodeos enojosos. El señor zapata erige al lector en juez de la feliz elección de asuntos que le ofrece diciendo:
porque en esto de escoger es el gusto muy variado y a veces se deja a un lado las cosas de más valer. Y por si sus descripciones se quedasen muy por bajo de lo que había derecho de esperar, añade:
Así puedes perdonar Si distraigo tu atención, Haciéndote relación de tanta cosa sin par Que no he sabido pintar; No censures mi torpeza Que te digo con franqueza Que en esto solo he querido imitar el colorido que le dio naturaleza. Como dato pintoresco traslado a esta página, distribuidas por Departamentos, las “curiosidades” que el autor ha elegido por su original y simpático repertorio: Hélas aquí: En Cundinamarca: El Salto del Tequendama; Los Puentes de Icononzo; El Chorro Milagroso. En Bolívar: la Angostura del Sinú; El Bugío del Gato; La cueva de san Antonio; Los Volcancitos de Turbaco, las piedras del río San Jorge. En Santander del Sur: El Puente de Saravita; la Cueva Antigua; La Cueva del Santiguario; La Caída de la Paramera; El Hoyo del Aire; El Hoyo de los Pájaros; Las quimeras de las brujas. En Boyacá: la Fuente perenne; La Cueva del Chocó; El Bosque de Peña Armada; El Peñón de Quitisoque; Las Piedras de Furatena; la Fuente Termal de Leiva; El Aerolito de Tocavita. En Tolima: La cueva de Tuluní; El nevado del Tolima. En Antioquia: Las Lavanderas del Cerro del Águila (Golfo de Urabá); La cascada del Guadalupe; El Peñon del Peñol. En Magdalena:La Sierra Nevada. En Nariño: La Hoz del Guadal; El Puente de Rimichaca.
LA ANGOSTURA DEL SINÚ (Cerca de Tucurá en Córdoba) En el Sinú la Angostura Es una calle tan bella, Que aquel que viaja por ella Se prende de su hermosura. Figúrate una estrechura En forma de callejuela, Cuya belleza revela Sus paredes elevadas Verticalmente cortadas, De construcción paralela. Esa calle en su trayecto Presenta a trechos ingentes Ángulos entrantes, salientes, Con un corte tan perfecto Que parece que un arquitecto Aquellos zigzag hiciera, Despertando en quien los viera, En cualquiera otra ocasión La misma y grata impresión Que tuvo la vez primera. Sus paredes adornadas Con bellísimo primor Muestran como vivo color Grandes franjas alternadas; Todo es bello en demasía, Y excita la fantasía, Enloquece y entusiasma, Tan perfecta simetría. Ostentan con gracia pura Sus paredes de granito Acá abajo en el cañito Sólo diez metros de anchura, Tienen doscientos de altura Y dos leguas de extensión; La obra toda en conclusión En medio de tanta calma Asombra en verdad el alma Por su arte y gran perfección. (ZAPATA, Vásquez Antonio María. “Curiosidades Naturales de Colombia”. 1955. Pág. 6.) Para el año de 1958 Zapata Vásquez publica el cuento “El Enigma”. Empero, al leer este precioso texto literario encontramos que no se trata en realidad de un enigma como lo sugiere el título del cuento, sino de un verdadero problema que es propuesto para que sea resuelto. Este cuento lleva intrínseca una poderosa carga axiológica y moral que nos hace reflexionar, valorar todas aquellas pequeñas cosas que nos rodean, pero que son las que de manera total nos mantienen sin claudicar: La ética. Sin embargo, la solución a tan complejo problema dada la época en la que se desenvuelve, fue catalogada como un enigma. “Nociones de Antropología (Tipografía Zapata. Lorica, 1930)”; “Tratado Elemental de Ortografía (Lorica, 1933)”; “Elementos de Geografía”; “Elementos de Historia Patria (Tipografía Zapata. Lorica, 1935)”; “Los Doce Trabajos de Hércules. Disertación científico filosófica sobre la actuación del bien (Cartagena. 1953)”. Dirigió obras de teatro como Juana de Arco de Die Jungfrau Von Orleans; Auroras o las Violetas de José María Vargas Vila y, Amalia de José Mármol, entre otras. Fue un extraordinario y polifacético ser que supo combinar el ejercicio de ideólogo político del liberalismo radical con el de libre pensador, escritor, editor de periódicos y maestro de escuela. Oficio este último que ejerció no sólo en el colegio fundado por él, sino en los colegios “Martínez Olier”, “Fernández Baena” y en el bachillerato de la Universidad de Cartagena. En 1966, firme en sus convicciones científicas, el maestro librepensador se marchó para siempre. “Nadie viaja más allá del vientre de los gusanos…” No obstante, Antonio María Zapata Vásquez se fue con el sentido mágico de la muerte heredado de sus descendientes africanos: “Enterradme sin cura y con música.” Aunque este “funeral con música” no es el objetivo principal de la ceremonia, lo cierto es que esta tradición funeraria se originó a principios del siglo XX con las prácticas espirituales africanas y el sincretismo cultural; cuando alguien fallece hay que complacer a los espíritus para proteger al difunto. El funeral con música de banda comenzaba en el instante en el que el fallecido era trasladado de su casa al cementerio; desde aquí las notas musicales de la banda comenzaban a sonar. “Le llevamos al cementerio en una mañana asoleada. Los transeúntes a lo largo del recorrido por las callejuelas y avenidas de Cartagena, en su mayoría negros y mulatos, se sorprendían de tan insólito entierro. Sobre los hombros de amigos y discípulos, solemnes, al son de una banda de músicos, enterramos al más rebelde de los babalaos contra todo intento de catequización” (ZAPATA OLIVELLA, Manuel. ¡LEVÁNTATE MULATO! “Por mi raza hablará el espíritu”. Ed. Rei. Pág. 70.)
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