A Deogracia Pinto
טוב שם משמן ויום המות מיום הולדו
Al-Magrhib, bullicioso como niño adolescente,
no eres de los que deslumbran, pero en ti
guardas un misterio reverente y grande.
Fueron tus ojos que lo vieron nacer
y Essaouira abrazó su Torre de Luz,
el guía de Marruecos.
Ese hijo sagrado y bueno, Haïm Pinto el Tzadik.
de modestas costumbres, cuyas manos hechas de jesed
Jamás se cerraron, porque volvías cada día y luna
tras luna con una parnasá a la mesa de esos humildes hombres,
con una sonrisa que siempre compensa esperanza alguna
a esas casas de arcillas.
Casablanca, la mayor de Marruecos,
te acogió cual pequeño.
Allí donde mis pasos se dirigen a tu Hilloulla,
en la 36 Rue du Commandent Provost,
sale a la luz de muchas velas.
Y ahora te eriges, Rabbi Haïm Pinto Hakatane,
frente a mí, sólo en ese retrato blanco y negro
que mi abuelo hilo de sangre Pinto, en árabe
me conversó.
Yehudah Abraham Dumetz
© Libro de prosa poética: “Voces desde mi exilio”
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